Leffe: la auténtica cerveza de abadía que perdura en el tiempo
Cuando pensamos en cervezas belgas, inevitablemente nos vienen a la cabeza las llamadas cervezas de abadía, esas elaboraciones ricas, complejas y llenas de historia que nos transportan a los monasterios medievales donde nacieron. Entre todas ellas, Leffe ocupa un lugar privilegiado. No solo es una de las cervezas de abadía más conocidas del mundo, sino que también es de las pocas que pueden exhibir orgullosamente en su etiqueta el símbolo oficial de “Auténtica Cerveza de Abadía”, certificado por la Unión de Cervezas de Abadía Belga (Union des Bières de l’Abbaye Belge).
¿Pero qué significa esto realmente? Vamos a descubrirlo.
Los orígenes de la abadía de Leffe
La historia de Leffe comienza en 1152, cuando se fundó la abadía de Notre-Dame de Leffe a orillas del río Mosa, en la ciudad de Dinant, en la región valona de Bélgica. Esta abadía de los canónigos premonstratenses (Norbertinos) tenía, como muchas otras en la época, un propósito claro: ofrecer hospitalidad a los viajeros y peregrinos que recorrían los caminos de Europa. Parte de esa hospitalidad incluía, por supuesto, la elaboración de cerveza. No olvidemos que en la Edad Media, el agua potable solía estar contaminada, y la cerveza era una alternativa segura y nutritiva.
En 1240, los monjes comenzaron a elaborar cerveza para abastecer no solo a la comunidad monástica, sino también a los viajeros y habitantes de la zona. Los monjes de Leffe pronto adquirieron fama por la calidad de sus cervezas, elaboradas siguiendo recetas y procesos transmitidos cuidadosamente de generación en generación.

Sin embargo, como muchas abadías europeas, la abadía de Leffe sufrió los embates del tiempo. Durante los siglos XVII y XVIII, fue destruida en varias ocasiones. Tras los acontecimientos de la Revolución Francesa, la vida religiosa quedó interrumpida y la abadía cerró oficialmente en 1796. Durante un tiempo, el lugar quedó en ruinas.
En 1902, la abadía volvió temporalmente a manos de los canónigos Norbertinos provenientes de Francia, quienes emprendieron la reconstrucción de la iglesia y las instalaciones monásticas. Posteriormente, en 1929, la abadía de Tongerlo (en la región de Campine) fue devastada por un incendio, y los religiosos de allí fueron alojados en Leffe. Cuando la abadía de Tongerlo fue finalmente reconstruida, se decidió que algunos de los canónigos permanecieran de forma permanente en Leffe, revitalizando así su presencia espiritual.
A mediados del siglo XX, exactamente en 1952, el abad Nys decidió revivir la tradición cervecera de Leffe y estableció un acuerdo con el cervecero belga Albert Lootvoet, asegurando que las recetas y el espíritu de la abadía se mantuvieran vivos. Más tarde, la marca pasó a formar parte del portafolio del gigante cervecero AB InBev, lo que le permitió alcanzar una distribución internacional sin precedentes.
¿Qué significa ser una auténtica cerveza de abadía?
Hoy en día, no todas las cervezas que llevan nombres de abadías son realmente “auténticas cervezas de abadía”. En Bélgica, este término está protegido y solo puede usarse bajo ciertas condiciones. La Unión de Cervezas de Abadía Belga certifica a aquellas marcas que, aunque no sean elaboradas directamente por los monjes (como sí sucede con las trapenses), mantienen un vínculo histórico y contractual con la abadía original.
En el caso de Leffe, su etiqueta incluye un icono muy reconocible: una vidriera. Este símbolo no es meramente decorativo: es la marca oficial que atestigua su autenticidad como cerveza de abadía. Cada vez que descorchas una Leffe, estás bebiendo una cerveza que respeta siglos de tradición monástica, con el sello oficial que lo garantiza.
Las variedades de Leffe
Una de las grandes virtudes de Leffe es la amplia gama de cervezas que ofrece, cada una con su carácter propio, pero todas elaboradas con la maestría que caracteriza a la marca.
Leffe Blonde

Es sin duda la variedad más conocida y popular. De color dorado intenso, presenta aromas afrutados y especiados, con notas de clavo y vainilla. Tiene un sabor suave y equilibrado, con un ligero dulzor y un final seco. Ideal para acompañar quesos suaves, carnes blancas y platos especiados.
Leffe Brune

La versión tostada, de color marrón oscuro, destaca por sus notas de caramelo, frutas secas y un toque de café y chocolate. Es una cerveza más robusta, con cuerpo medio-alto y un dulzor moderado. Perfecta para maridar con guisos, carnes asadas y postres con chocolate.
Leffe Tripel

Una cerveza más fuerte (alrededor de 8,5% ABV), dorada y con una complejidad aromática que combina frutas maduras, especias y un toque alcohólico cálido. Es una de las joyas de la corona para los amantes de las cervezas belgas más potentes.
Leffe Ruby

Esta variedad sorprende con su tono rojizo y su sabor afrutado, gracias a la adición de frutos rojos. Tiene un perfil más ligero y refrescante, ideal para quienes buscan una cerveza distinta y fácil de beber.
Leffe Nectar

Una especialidad más dulce, infusionada con miel, que ofrece una combinación de malta y notas florales. Suave, perfumada y diferente, perfecta para quienes prefieren cervezas suaves y aromáticas.
Leffe en España
En el mercado español, las variedades más fáciles de encontrar son Leffe Blonde y Leffe Brune, tanto en supermercados como en bares y tiendas especializadas. También es posible encontrar, en menor medida, Leffe Tripel y Leffe Ruby, aunque estas suelen estar reservadas a establecimientos más especializados o a importadores. En algunas ocasiones especiales, incluso se pueden conseguir ediciones limitadas, como Leffe Rituel (una cerveza fuerte y especiada) o Leffe Royale, que utiliza lúpulos seleccionados para un perfil aromático más refinado.
Es interesante destacar que, aunque en Bélgica la gama de Leffe es bastante amplia, no todas las variedades llegan de forma regular a España. Sin embargo, gracias al creciente interés por la cerveza artesanal y las cervezas de importación, cada vez es más fácil encontrar referencias más raras en tiendas online y establecimientos gourmet.
Más que una cerveza, una experiencia
Leffe no es simplemente una cerveza. Es un pedazo de historia viva que puedes sostener en tu mano. Al servirla en su icónica copa en forma de cáliz, la experiencia se completa: las burbujas delicadas, la espuma cremosa, los aromas que se liberan lentamente… todo invita a beberla con calma, a disfrutarla como lo haría un monje en los muros de piedra de la abadía.
La próxima vez que veas en la etiqueta de una Leffe la vidriera que certifica su autenticidad, tómate un momento para recordar que detrás de ese símbolo hay siglos de dedicación, saber hacer y respeto por una tradición que ha sobrevivido guerras, incendios, cierres y renacimientos. Y al dar el primer sorbo, brinda por los monjes de Notre-Dame de Leffe, que hace casi 900 años decidieron que el mundo necesitaba buenas cervezas para compartir.